29.9.11


¿De dónde se podía sacar el arte moderno esa impunidad que le ponía a salvo del juicio de los humanos, que le quitaba la carga de ser útil y la obligación de rendir cuentas a la comunidad como cualquier otra actividad del espíritu? ¿Cabría imaginar que fuera el artista el hombre que no respondiera a nada? ¿A nadie? ¿Irresponsable?"

Dentro de los libros polémicos, aquellos que, como este, señalan con el dedo de una forma incontestable, sacan de quicio a más de uno. El arte te puede absorber y meterte dentro de una masa en la que todo lo que te ofrezcan puedes tragártelo. Aquellos que dijeran que el arte supera en el siglo XX sus obstáculos, sobre todos aquellos que tienen que ver con la dependencia del poder, pueden caer en la superficialidad porque meter la directa no es síntoma de progreso beneficioso, solo progreso arrollador. El artista tiene que ser un hombre de su tiempo, un moderno como lo entendería Baudelaire y la exaltada vanguardia falló a ese principio.

Los mensajes artísticos pueden ser utilizados y hasta el más instintivo de los movimientos tiene detrás una línea filosófica que los limita, al igual que la recuperación del poder político los utiliza.La crítica de la mano de la historia del arte ha absuelto en muchas ocasiones a los artistas de todos sus pecados pero no todo es tan inocente ni tiene una explicación tan mecánica. La crisis de valores y el todo vale, la incomprensión de todos los lenguajes vacíos de contenido y significación tienen una causa, pero también soluciones.

Dejo todo esto abierto porque en la lectura se entiende. Tus gustos se pueden ver atacados y el maravilloso mundo del arte también. C´est la vie.

Tras haber pervertido léxico y lenguaje, contaminado y como infectado las imágenes más veneradas, "cielo", "luz", "crepúsculo", "bosque", ridiculizado el honor, la fidelidad, la vida rústica, el gusto por el trabajo, la patria -¡la patria!-, "mito", "servir", "dominar", "guía" o "autoridad", envilecido el realismo en el arte, ridiculizado a Courbet o Leibl, convertido en sospechos a Munch y Corinth, y prohibido amar a Wagner en música (¡pero con él también a Zelinsky y schreker!), el nazismo les había retirado a quienes hasta entonces tenían por tarea celebrar el mundo no solo el permiso, sino cualquier posibilidad de hacerlo.

Jean Clair. La Responsabilidad del Artista

 

Copyright 2010 mineÁRTpolis.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.