Una
tribu africana
Max
Estrella
Religión-sangre.
Sangre- religión. Así nos ven y así nos vio, una de tantas veces, Ganivet: “España
sola sobrepuja a todas las demás naciones juntas por el número y excelencia de
sus sangradores”[2].
Gautier apuntó: “el pintor [español] no se ahorrará ni una gota de sangre”[3].
Gregorio Fernández: Cristo de la Luz, ca. 1630
José Val del Omar: Collage sin título, ca. 1977-1982
El
Olimpo le hace sonreír
“¿Por
qué me desgarras de mí mismo?”, dijo;
“¡Ay!
me arrepiento, ¡ay!, la flauta”, gritaba, “no vale tanto”.
Mientras
gritaba le arrancaron la piel de encima del cuerpo,
y no
había nada sino carne viva: la sangre mana de todas partes,
los
músculos quedan al descubierto y las venas sin piel
brillaban
temblorosas; se podían contar
las
vísceras palpitando y las fibras brillando en el pecho[4].
Ovidio
Tan
sólo algunos apuntes y notas al respecto, como la necesaria comparación entre
la narración de Ovidio y el Martirio de
San Bartolomé de Ribera, en Osuna. Asimismo se formula una incógnita, ¿por
qué supuestamente han de empeñarse los pintores en mostrar carnalmente la
naturaleza humana de los santos y de Cristo, de acuerdo con la doctrina
católica, pero en cambio suscita ofensa que la mitología clásica, religión
centrada desde su esencia en la similitud entre dioses y mortales, no aparezca
representada de forma ideal, esto es, alegórica?
Una cita -vive una de citas- de Lefort reza
así:
“Poco inclinado por temperamento a la
abstracciones, siéntese en La fragua,
como en La túnica, que Velázquez
tiene horror a las fórmulas transcritas y que no se cuida más que de las
verdades tangibles y formales. Fuera de la realidad no ve nada, no busca nada;
no se pica nada de idealismo y no muestra más altas miras que traducir la
naturaleza en su carácter, su movimiento, su vida, con su imprevisto pintoresco
y su curiosa diversidad. También hay que notar, lo mismo en La fragua que en El Baco, así como en otras composiciones mitológicas o alegóricas,
que el artista no se inquieta apenas del sentido filosófico o místico del
asunto, en el que parece más bien no ver más que un simple hecho, una escena
verdadera y vívida que expone lisamente, pero no siempre sin alguna ironía. Su Mercurio y su Argos, su Dios Marte, sus
figuras de Esopo y de Menipo, atestiguan suficientemente este
corte burlón y muy andaluz de su espíritu: en el fondo el Olimpo le hace
sonreir”[5].
Eros-thanatos
George Bataille
El texto de
Bataille inspiró una exposición que se celebró en 2010 conjuntamente en el
Museo Thyssen y en la Fundación Caja Madrid[7].
El homoerotismo de San Sebastián o la figura de Magdalena como peccatrix poenitus son ejemplos a tener
en cuenta. No obstante, en Lágrimas de
eros (exposición), encontramos un panorama desolador de arte barroco, y aún
más desolador si se trata de arte específicamente español.
En mi opinión esto comporta poco conocimiento del tema –sea
inocente o deliberado-, pues ya Weisbach había apuntado en 1920: “Dado que el
factor erótico conquistó un lugar tan importante en el arte de la
contrarreforma y que, sobre todo, constituye un rasgo tan acusado de la
escultura barroca, hay que decir algo sobre el papel que en ella desempeña”[8].
Por último, y como colofón final a este
pequeño expositor de breves anécdotas sobre los tópicos de las pintura realista
española del siglo XVII, quisiera subrayar la importancia de investigar esta
línea erótica prescindiendo del componente explícitamente sexual. La unio mystica conlleva otra serie de
factores sensitivos mucho más delicados, como ocurre en el San Bernardo de Ribalta o en la Magdalena
de Mateo Cerezo conservada en Amsterdam.
Fco. Ribalta: Cristo en la cruz abrazando a San Bernardo, 1625-1627
ÉPÍLOGO
De Cervantes à García Lorca, d’Altamira à
Picasso, l’Espagne, sombre et brûlée, a donné à l’Occident sa part de beauté
tragique, sans quoi il n’est pas de drame véritable. […] Tout cela le Prado le
suggère, parce que l’art espagnol a su donner de l’homme, mieux que tout autre,
son image vértitable, celle de l’orgueil se dresant face à la mort[9].
Philippe Caloni
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En los meses que han pasado desde que
reflexioné sobre la sangre, Dios y España, me salieron al paso algunas
referencias bibliográficas, no incluidas en esta serie de cuatro entradas al
blog, pero que posiblemente os interesen. Un placer.
- Noël Valis, Sacred Realism. Religion and the Imagination in Modern Spanish
Narrative, Yale
University Press, 2012.
- José Luis Marzo, El (d) efecto barroco. Políticas de de la
imagen hispana (exposición), Barcelona, 2010.
- Severo Sarduy, El Barroco y el neobarroco, Buenos
Aires.
[1] VALLE-INCLÁN, Ramón
del, Luces de bohemia. Esperpento,
ed. Alonso Zamora Vicente, Madrid, Espasa Calpe, 1996 (primera ed. 1924), p.
154.
[2] GANIVET, Á., op. cit. p. 14, nota 38, p. 11.
[3]
GAUTIER, Théophile, Viaje por España,
Barcelona, Taifa, 1985, p. 59.
[4] Extracto de “Marsias” en OVIDIO, Metamorfosis, ed. de Antonio Ramírez de Verger, Madrid, Alianza Editorial, 2005, libro VI, vv. 382-391, p. 206
[5] Lefort, P., op. cit. p. 16, nota 44.
[6] BATAILLE, Georges, Las lágrimas de Eros, Barcelona, TusQuets Editores, 1997 (ed. original 1961), p. 68.
[7] SOLANA, Guillermo, Lágrimas de Eros, Museo Thyssen-Fundación Caja Madrid, 20 octubre 2009-31 enero 2010.
2 comentarios:
Desde luego, me has hecho ver el Barroco con otra mirada, sin duda más amplia e interesada.
Mineartpolis es tu casa y tienes las puertas abiertas de par en par.
Muchas gracias ha sido un gustazo
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